Exonario

Definiciones y términos que no figuran en el diccionario (exonario no figura en el diccionario)

Archive for diciembre 2009

Ropipago

Posted by jorgemux en diciembre 16, 2009

(De «rompe, pierde, pincha, paga«)

1. Lugar o situación en la que debe abonarse por cualquier daño o desperfecto que ocurriera en un objeto mientras estamos ejecutándolo o mientras esté bajo nuestra responsabilidad. 

En los juegos de pelota infantil existe la regla de «rompe, pierde, pincha, paga», cuya correcta lectura debe ser condicional: «si se rompe, se pierde, se pincha, entonces se paga». Esta regla la aplica el dueño de la pelota cuando decide prestarla, y se enuncia en el acto de préstamo. En una enunciación general, la regla se puede reducir a «rompe, paga».

Esta regla básica de prestamista se aplica a un sinfín de situaciones cotidianas. Si alquilamos vajilla para una fiesta, el ropipago suele ser parte de la condición de alquiler. Nótese que de acuerdo al tipo de objeto, el antecedente del condicional variará. En el caso de la vajilla, no se utilizará la condición antecedente «si se pincha», la cual sólo se puede aplicar a los objetos inflables.

Las casitas y los salones de fiestas; y los comercios en general funcionan como ropipagos. Cualquier cosa que se nos caiga de una estantería o cualquier producto que se deteriore por causa de nuestra acción, deberemos abonarla.

Conviene destacar que los ropipagos funcionan de dos maneras diferentes:
– Algunos ropipagos nos fuerzan a pagar cuando «algo sale mal», seamos o no nosotros los que hayan cometido el desperfecto. Es el caso de los salones y casitas de fiestas, por ejemplo. Si desaparece la vajilla, aun cuando no hayamos sido nosotros, sino uno de los invitados quien la robó, nosotros deberemos responder por esa vajilla.
– Otros ropipagos, en cambio, sólo nos hacen responsables de los desperfectos que nosotros mismos hemos cometido, como en el caso de los comercios. Si justo alguien nos roba lo que tenemos dentro del chango de compras, no pueden (no deberían) aplicarnos la regla del ropipago.

Tal como hemos definido a este término, resulta casi redundante. Inventar la palabra «ropipago» para referirse a «rompe, paga» es poca ganancia. El término tiene mayor utilidad si le damos una acepción menos tautológica:

2. Situación o lugar en el que se nos cobra por conceptos arbitrarios o que están al límite de lo que consideraríamos digno de ser cobrado.

Si en un estacionamiento (donde el pago se fracciona cada hora) nos cobran por dos horas cuando en realidad estuvimos una hora y tres segundos, entonces podremos decir con justicia que el estacionamiento es un ropipago. Si en el restaurante nos cobran no sólo por la comida, sino por las degustaciones, los grisines, el pan y el uso del agua del baño, entonces el lugar es un ropipago. Si el que nos presta la pelota, una vez que se la devolvemos, decide que está muy sucia o que ha quedado levemente desinflada y que, por lo tanto, es exigible una pelota nueva, entonces estaremos en la situación del ropipago.

Para todo liminfractor debería existir un ropipago en su segunda acepción.

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Palimorfosis

Posted by jorgemux en diciembre 15, 2009

(Sustantivo. Del griego pali = de nuevo y morphé = forma)

Proceso de transformación que finaliza dejando al individuo en el mismo estado en que estaba antes de la transformación.

Solemos creer que, después de un periodo de transformación, el individuo ya no es el mismo de antes. Sin embargo, existen procesos de cambio en los cuales el resultado final de ese cambio es, precisamente, el estado anterior al cambio: ese proceso inoperante es la palimorfosis.
En la naturaleza la palimorfosis es un raro suceso. Sería el caso de una larva que, después de volverse crisálida, se convirtiera otra vez en larva. O el niño que, después de la adolescencia, volviera a ser niño.
En los ámbitos de la vida humana, sin embargo, es posible que después de un proceso de cambio, ciertas cosas -las que precisamente debían cambiar- vuelvan al estado anterior al inicio del proceso. Si vamos a la peluquería y, después de muchos peinados, optamos por el mismo que ya traíamos; o si después de cambiarnos muchas veces la ropa nos ponemos los mismos pantalones, camisa y zapatos que teníamos antes de cambiarnos, entonces hemos sido víctimas de una palimorfosis.

En rigor el término debería aplicarse a los casos en que hay un verdadero proceso de transformación, y no simplemente un cambio de ropa o peinado. El término se podría aplicar mejor a una persona que se somete a complicadas cirugías estéticas y después del quirófano sale idéntica a como era antes. O el que, después de una paciente transformación de su espíritu, abandona el alcohol para entregarse al ayuno en un retiro espiritual, luego del cual volverá a su afición por la bebida.

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Semprifecto, a

Posted by jorgemux en diciembre 14, 2009

(Adjetivo. Del latín semper = siempre y conficio = terminar)

Dícese de la persona que nos dice que un proceso se está finalizando cuando no es verdad.

Pedimos unas empanadas por teléfono. Pasan dos horas, y las empanadas no llegan. Volvemos a llamar y el vendedor nos dice que «ya están saliendo». Pasa una hora más. Enfurecidos, vamos al teléfono y nos vuelven a decir que «ya salen». El vendedor es un semprifecto: sólo da una respuesta de compromiso. Quizás no sabe qué pasó con las empanadas; tal vez no tenga la menor idea de por qué no llegan a nuestro domicilio. Pero él, ante esa ignorancia, se limita a asegurarnos que todo marcha bien y sólo nos pide un poco de paciencia.

Cuando se trata de pedir empanadas, uno puede simplemente negarse a recibir un pedido que se demoró tres horas. Sin embargo, los semprifectos están en todos los rubros, desde los oficios hasta la burocracia. Si hace diez años iniciamos un juicio laboral, nuestro abogado pretenderá darnos un consuelo: «ya sale», «ya sale el jucio», «ya se pone fecha». El plomero, después de tres días de trabajo en nuestro baño, puede decir que «ya termina», aunque siga viniendo por dos semanas más y deje la mitad de los caños rotos. Los semprifectos nos dejan siempre con la duda acerca de qué demonios está pasando en todo ese tiempo en que se demoran. Nunca hay una explicación ni rendición de cuentas. La cosa, simplemente, se demoró más de la cuenta y punto.

A veces encontramos que la cosa parece estar finalizada. Sin embargo, el semprifecto nos advierte que eso no es cierto: su trabajo todavía necesita «retoques». Esos «retoques» pueden llevar décadas, y a veces no son simples terminaciones: suelen ser partes esenciales del proceso que se disimulan bien. El caso es que, por culpa de esos «retoques» que no se atendieron, muchas veces el proceso vuelve hacia atrás o queda en un punto muerto. Nuestro expediente de juicio se pierde en un mar de expedientes, y nuestros caños se vuelven a romper al poco tiempo, convirtiendo a nuestro baño en un mar.

El semprifecto, para ser tal, necesariamente debe perjudicar a un tercero. No es el caso del egreta, quien, a pesar de que no termina sus carreras, quizás sólo se perjudique a sí mismo.

Un grave problema que tienen los semprifectos es que, dado el apuro que a veces tienen para concluir algo que ya se demoró demasiado, terminan chanchaneando todo el proceso.

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Moripendia

Posted by jorgemux en diciembre 11, 2009

(Sustantivo. Del latín mos = costumbre y pendere = colgar, pender. Adjetivo: moripéndico,a)

Mala costumbre de dejar cosas colgando de manera incómoda, pendular y tambaleante. 

El moripéndico acumula ropa en el perchero y jamás la guarda en el placard hasta que las camperas y sobretodos se desmoronan sobre el piso. En la cocina de su casa, tiene utensilios que cuelgan de la pared, algunos de los cuales cuelgan bolsas llenas de fideos o de otros utensilios. En las toballeras y agarraderas del baño deja bolsas con cepillos para dientes, algodón o toallas femeninas. Cada manija, gancho o penestal de la casa es una excusa para enganchar algo y dejarlo allí como si fuera su lugar definitivo. Así, cualquier parte saliente de una pared se convierte en un curioso colocio vertical.

Mientras el ekekista se cuelga cosas -preferentemente bolsas- de su propio cuerpo, el moripéndico las cuelga en el ambiente que lo rodea. Aunque en verdad, ambos términos comparten un gran campo semántico.

No confundir con morifendia.

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Buataflora

Posted by jorgemux en diciembre 10, 2009

(Adjetivo. De buata = panza, estómago y Flora = nombre propio. No cambia de desinencia por género: es un buataflora; es una buataflora)

Así como el gataflora nunca sabe lo que quiere, el buataflora es aquel que tiene gustos culinarios contradictorios y exhibe una conducta alimentaria caprichosa.

El buataflora manifiesta su deseo urgente de comer helado de vainilla. Cuando le sirven el helado se siente hastiado y asqueado después de unas pocas cucharadas, y de inmediato declara su repugnancia por el helado. Se sirve agua y bebe con fruición, pero al instante hace un rictus de asco y dice que el agua tiene gusto a cloro o que le encuentra un sabor horrible, a pesar de que se tomó casi dos litros sin respirar.

El buataflora es antojadizo. Va por la calle y de pronto tiene inmensos deseos de comer mariscos. Como no encuentra marisquerías cerca, se frustra y maldice por un momento. Luego cambia de ambición: ahora quiere comer chocolates. Compra una enorme barra de chocolate con leche y se la zampa. Cuando termina de comerla, se lamenta de no haber conseguido mariscos, y se queja de que el chocolate le va a caer mal. Al instante ve una publicidad de chocolate blanco y sale corriendo a comprar un nuevo chocolate -blanco- y lo devora. Momentos después volverá a quejarse. 

Si en un restaurante el buataflora pide ravioles en lugar de pollo, se imagina que el pollo hubiera estado mejor que las pastas. Si pide pollo en lugar de pastas, fantasea con que los ravioles hubieran sido mucho más apetecibles. En todo caso, sólo come dos o tres bocados y, entre resoplidos, revela que la comida (pollo o pastas) le ha caído como una piedra, y que tal vez ahora le vendría bien una ensaladita.

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Bisoliña

Posted by jorgemux en diciembre 9, 2009

(Sustantivo. Del latín bi = dos y solis = sol)

1. Semejanza que poseen los días feriados con un domingo.

2. Sentimiento de confusión derivado de creer que un determinado día feriado es domingo. 

Los días, habitualmente, tienen una forma. Un martes es parecido a un jueves, pero ninguno de ellos es igual a un domingo o un sábado. Sin embargo, a veces, los días hábiles se disfrazan de otros; con una camaleónica apariencia de fin de semana nos inducen a relajar costumbres y a desvirtuar nuestra percepción del paso de los días.

Cuando un feriado cae martes, miércoles o jueves, la ciudad adquiere el mismo aspecto que el que suele tener cuando es domingo: los negocios están cerrados y hay pocos autos en la calle. Las rutinas de la gente, además, se modifican: muchos duermen hasta muy tarde, apagan el teléfono celular, o se levantan para cortar el césped y preparar un asado. Uno puede caer en la trampa y «sentirse como en domingo», sin reparar en que el día anterior no fue sábado y en que el día siguiente no será lunes. El domingo se ha vuelto a colar en mitad de la semana, dejando a la ciudad mortecina y a nuestra voluntad despistada.
Sin embargo, en algún momento del día alguien enciende el televisor y, en vez de esas películas de dinosaurios de los fin de semana, están dando el informativo como cualquier día laboral. Entonces nos damos cuenta de que hemos sufrido bisoliña: fuimos atrapados por la melancólica y oportunista tranquilidad de un falso domingo.

El término se deriva de «dies solis» (día del sol), tal como llamaban al domingo en la Roma de los primeros siglos. «Bisoliña» puede traducirse con cierta liberalidad como «domingo doble», en alusión a una semana que tiene un día feriado que parece domingo y que, por lo tanto, tiene dos domingos.

Palabras relacionadas: Hemeromorfia, Huicar.

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Cupifrucción

Posted by jorgemux en diciembre 8, 2009

(Sustantivo. Del latín cupido = pasión, deseo y fruor = disfrutar) 

Afición a medio camino entre la pasión y la adicción.

Existen ciertos hobbies, pasatiempos y trabajos de los cuales se dice que quien los practica muy asiduamente es un apasionado. Este es el caso de los hinchas de fútbol, de los seguidores de una serie televisiva, de quienes hacen arreglos en el hogar y de los científicos o artistas que trabajan hasta la extenuación y sin pausa. Sin embargo, aun cuando se se las ejerza durante menor cantidad de tiempo, hay otras actividades a las que de inmediato se las califica de «adicción» si se vuelven frecuentes: el juego, la computadora, la televisión indiscriminada, los mensajes de texto por celular, el habla por teléfono, el chat. También, por supuesto, las drogas, el cigarrillo y el alcohol. 
¿Cuál es la línea que separa un hábito apasionado de una adicción? Muchas veces la frontera es apenas un prejuicio. Un hincha de fútbol puede sufrir síndrome de abstinencia si no va el domingo a la cancha, y puede estar deprimido durante dos semanas si su equipo va al descenso. Pero a pesar de estos inequívocos indicios de adicción, se dice que su amor por el club es muy grande. En cambio, si una persona decide fumar un cigarrillo por semana, o juega al póker una vez al mes, o hacer el amor con una nueva mujer cada día, se suele decir que esa periódica necesidad es lisa y llanamente una adicción. Rara vez decimos que alguien es adicto a la cancha y a las matemáticas, o apasionado del cigarrillo, del póker y del sexo poligámico.
Se podría pensar que el adicto no disfruta de su adicción, y el apasionado sí lo hace. Pero esta frontera no es crucial ni concluyente: la pasión es, muchas veces, dolorosa. La adicción, cuando puede ejercerse a las anchas y sin culpa, es verdaderamente apasionante. Ocurre muchas veces que la pasión es adictiva (se ejerce sin control y con dolor, pero se la desea), y la adicción genera un apasionante placer.
De la adicción se sabe que es incontrolable. ¿Es controlable, en cambio, una pasión?
La pasión -se supone- exalta el espíritu y deja al desnudo un costado dramático y a veces trágico de la vida. ¿No sirve al mismo propósito, acaso, una adicción?
La adicción no puede abandonarse. ¿Puede, en cambio, dejarse de lado una pasión?
No hay voluntad en la pasión. ¿La hay, acaso, en la adicción?
La adicción destruye la vida. La pasión también.
La ausencia de pasiones y de adicciones también.

Cuando no podemos decidir si en el fondo hay o no hay adicción, y cuando no sabemos si esa necesidad periódica es de verdad una pasión irrefrenable, podemos decir que se tiene cupifrucción.

¿Es Exonario fruto de la cupifrucción? ¿O sólo es una pasión inútil? ¿O es una leve adicción? ¿O es apenas una afición anodina e inofensiva?

¿Se puede ser adicto a las cupifrucciones? ¿O quien padece de cupifrucción es un apasionado?

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Notriplo

Posted by jorgemux en diciembre 7, 2009

(Sustantivo. De «no hay triple«)

Problema técnico de último momento, imprevisible y casi siempre solucionable.

No importa qué tan precavidos hayamos sido para preparar un evento: siempre habrá una falla técnica que servirá para desbaratar cualquier previsión. Si llevamos la computadora para conectar a un proyector, el cual a su vez deberá proyectar una secuencia de power point en una pantalla gigante; si a su vez tenemos el recaudo de llevar repuestos para todo (una segunda computadora, otro proyector), seguramente no podremos conectarlos porque algún cable dejó de funcionar, los adaptadores no son los correctos, la presentación de power point estaba en la secuencia equivocada; o la llave térmica comienza a saltar repetidas veces por algún misterioso motivo.

Si alguien debe hablar por un micrófono, es casi seguro que al principio no se le escucha; el amplificador al cual el micrófono está conectado no enciende o, aun si encendiera, no transmite el sonido del micrófono; o los parlantes hacen un ruido sordo y continuo, o -una vez más- la llave térmica comienza a saltar miles de veces.

Los notriplos acechan en la preparación de cualquier evento. Siempre es mejor ser espontáneo que obsesivamente detallista: no hay manera de preverlo todo. Sin embargo, a veces con remiendos inestables y después de una desesperante corrida, el problema se soluciona de manera parcial, y el evento se desarrolla con tranquilidad, aunque no en condiciones óptimas. Quizás la proyección del power point se vea oscura, o muy chiquita. Quizás la voz del micrófono se oiga, aunque con ruido de fondo y con breves cortes.

Muchas veces se puede sortear la dificultad del notriplo gracias a la cinta adhesiva, los cables pelados (que se conectan directamente a la fuente), los alambres, e incluso los golpes y las patadas. De hecho, los notriplos surgen en contextos en los cuales resulta imposible hacer un examen minucioso del problema: hay que actuar rápido, sin darle importancia a la estética o a la moderación. El acto de aplicar un puntapié a un micrófono o a una notebook puede cumplir el doble propósito de hacer funcionar al aparato y, además, descargar la tensión. Si el aparato no funciona de todos modos, al menos nos habremos vengado de él a los golpes.
 
La expresión «notriplo» surge (probablemente) del hecho de no poder conectar un aparato electrónico por falta de un adaptador triple.

Un ejemplo de notriplo puede verse en esta entrada

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Estentóbaro

Posted by jorgemux en diciembre 5, 2009

(Palabra y definición enviadas por Wolfgang)

(adj., de Estentor, guerrero griego nombrado en la «Ilíada» de Homero, cuya voz equiparaba la de cincuenta hombres juntos, con el sufijo gr. baro, pesado):

Dícese de la persona de voz excesivamente potente y de carácter exuberante, que irrumpe con comentarios inoportunos, volviéndose francamente pesada.

Un profesor está dando clase y trata de ser claro, de llegar a sus alumnos con los mejores argumentos que encuentra a mano. Claro que, el infaltable estentóbaro (no siempre masculino, pero casi), no deja pasar la ocasión de romper el clima cuasi religioso que se produce a veces, con un comentario que no tiene nada que ver y que sustrae completamente al alumnado del contexto didáctico: «Si sigue lloviendo así, hoy vamos a salir nadando de acá» o «¿Para ustedes quién gana el concurso de baile?»

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Preclamar

Posted by jorgemux en diciembre 4, 2009

(Verbo intransitivo. Del latín pre = antes y clamo = gritar. Sustantivo: preclamor

Gritar prematuramente ante la inminencia de un hecho que finalmente no ocurre.

Le han quitado la espoleta a una granada y gritamos, porque va a explotar en cualquier momento. Sin embargo pasan los minutos, las horas y los días, y la explosión nunca llega: era una granada de juguete. Hemos gritado en vano y nos sentimos ligeramente estúpidos: preclamamos creyendo que era nuestro extrecanor, pero sólo se trató de una falsa alarma.

Si alguien camina por el borde de un precipicio; si parece tropezarse y si finalmente no se cae, quizás hayamos emitido algún preclamor. Los gritos de asombro ante un espectáculo de acrobacia suelen ser preclamores: anticipan una terrible caída o un golpe fatal. De hecho, en todo espectáculo en el que haya peligro los preclamores son parte del efecto deseado.  

No sólo se preclama ante hechos violentos y que pueden involucrar la muerte. Si en la elección de la reina una candidata grita de emoción antes de que se diga quién es la ganadora, y si luego no es ella la elegida, habrá preclamado.

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