Exonario

Definiciones y términos que no figuran en el diccionario (exonario no figura en el diccionario)

Archive for octubre 2010

>Duelo

Posted by jorgemux en octubre 28, 2010

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En este blog no me dedido a hacer análisis sobre política, y hoy tampoco será así.
Para eso están mis compañeros virtuales, que lo hacen de manera excelente, irreprochable y muy necesaria: Grupo de expertos en todo, Los Huevos y las Ideas, Pensando la Argentina, Almita, Bolazos de los medios, Orlando Barone y muchísimos otros que no puedo nombrar. A todos ellos les agradezco la celeridad, la agudeza y la fuerza con la que escribieron e hicieron que no nos sintiéramos tan solos.

Estamos de duelo.
Hasta el lunes.

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>Necesitoso

Posted by jorgemux en octubre 27, 2010

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(Adjetivo. De necesidad)

1. Dícese de quien exhibe una necesidad que no tiene ante quienes sí tienen esa necesidad.
2. Dícese de quien se queja por un mal que es insignificante en comparación con el mal de quienes lo escuchan quejarse.

Sólo pueden ser necesitosos quienes tienen cierto poder. El jefe necesitoso se queja ante su secretaria, diciéndole que no le alcanza el sueldo, que le vendrían bien tres o cuatro mil pesos más. La empleada cobra cinco veces menos que el jefe, pero siente cierto remordimiento y puede que acceda a prestarle parte de su aguinaldo. El profesor le dice a su auxiliar: «No puedo dar la clase del martes yo solo; me vendría bien que alguien me dé una mano«. El auxiliar -quien da todas las clases del resto de la semana- se siente en la obligación de ayudar a su superior, y seguramente terminará dando también la clase del martes. El hombre saludable necesitoso se queja de un dolor de cabeza frente a alguien que está sufriendo un ataque cardíaco.
El necesitoso actúa de manera inconsciente y no por maldad; no se da cuenta de que sus lamentos resultan obscenos e irritantes ante el más pobre, el menos poderoso o el dolorido. Lo curioso es que muchas veces obtiene lo que se propone. Un magnate necesitoso que se quejara por lo caro que está todo, podría lograr que la gente pobre dijera con cierta genuina congoja: «pobre hombre, la plata no le alcanza para nada«

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>Nefelimoto

Posted by jorgemux en octubre 26, 2010

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(Sustantivo. Del griego neféle = nube y del latín motus = movimiento)

Fenómeno meteorológico en el que las nubes del cielo se mueven con rapidez y de manera errática e impredecible. 

En un nefelimoto, el cielo parece sobrecargado de formaciones nubosas, y las nubes cambian de forma, se alejan, se separan, se vuelven a unir; ascienden hasta desaparecer o descienden a gran velocidad hasta el suelo para transformarse en una momentánea niebla. El espectáculo es sobrecogedor y terrorífico: si ocurre de noche, se disimula gracias a la oscuridad, aunque si se mira hacia arriba en un lugar despejado se podrán ver matices rojizos y grisáceos que se retuercen y desarman con violencia. En cambio, durante el día, el rápido contraste de luces, colores, sombras y furiosos espasmos celestiales produce una inquietante sensación de apocalipsis.
Una curiosidad: las nubes se mueven hacia muchas direcciones, como si el viento fuese un poliolo que sopla a la vez desde todos los puntos cardinales, incluso desde arriba o desde abajo.

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>Anfiatiquia

Posted by jorgemux en octubre 22, 2010

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(Sustantivo. Del griego ánphi = doble; a = no y tychia = suerte, azar)

Conjunción de dos desgracias de sentido contrario.

Tener un incendio en el barco mientras se está hundiendo en medio del mar; ser picado por una víbora y morir por la alergia provocada por el antídoto; escapar de los golpes de una patota y ser recibido con golpes por la policía;  todos estos son ejemplos de anfiatiquia.  En rigor, no hay dos desgracias, sino tres: las dos iniciales, mas la infeliz e irónica coocurrencia de ambas.

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>Pletopapiria

Posted by jorgemux en octubre 20, 2010

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(Sustantivo. Del griego pletháino = aumentar, incrementarse y papyros = papiro)

Multiplicación innecesaria de la cantidad de papeles. 

La frase conocida como navaja de Ockam dice que los entes no deben multiplicarse, a menos que haya una necesidad para ello. La burocracia ha generado un universo creciente de papeles con el solo objetivo de validar sus ejecuciones, y cada documento valida a otro, y a su vez es validado por otro en una cadena transfinita o circular. Para acreditar la propia identidad se necesita de una libreta (hecha de papeles) para la cual deberá obtenerse una serie de papeles sellados, fotocopias de esos papeles y autenticaciones de las fotocopias, rubricadas y nuevamente fotocopiadas, cuya veracidad conste en otros papeles para que los papeles anteriores no necesiten de más papeles para ser legalizados, en cuyo caso se requerirán duplicados de todos los papeles anteriores más los debidos papeles en los que conste por qué se pide un duplicado, más una reduplicación de papeles sellados y autorizados para asentar (en otros papeles) la causa de la duplicación de los papeles.   

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>Afragantar(se)

Posted by jorgemux en octubre 19, 2010

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(Verbo transitivo. De fragancia y atragantarse)

1. Ponerse perfume en exceso. 
2. Perfumar algo o perfumarse para tapar un mal olor. 
3. Tener un fuerte olor exquisito a la par con otro fuertemente nauseabundo.

Las personas que suelen alejarse de quienes expiden un hedor espantoso, también se apartan de quien se ha echado una considerable dosis de desodorante o loción. En parte, porque una fuerte fragancia es empalagosa y, en parte también porque tanta necesidad de oler bien parece ocultar algo que huele muy mal, ya sea en sentido literal o figurado.
Por la misma razón, nunca conviene comprar en una carnicería o fiambrería en la que se pueda sentir con fuerza el aroma de un desodorante de ambientes lavanda o un desinfectante de pino, sobre todo si por debajo de esa esencia omnipresente nuestra nariz adivina una indefinida y soterrada pestilencia.

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Diyunomio

Posted by jorgemux en octubre 18, 2010

(Sustantivo. Del latín dis = separación;  junctio = unión  y nomen = nombre. Adjetivo: dijunómico)

Relación entre objetos que no merece llevar un nombre.

Cada idioma presupone una ontología. Los nombres construyen un objeto, y ese objeto no es más que un conjunto de relaciones reunidas bajo un concepto. Llamamos «mesa» a cierta relación entre las patas y una base; «taza» a otra relación entre un bol y un asa. Solemos poner un único nombre a una serie de relaciones que tiende a tener cierta continuidad en el tiempo y cierta relevancia: ponemos nombre a las relaciones entre cuatro patas y una tabla (y las llamamos «mesa»), pero no a las relaciones entre cuatro patas, una tabla, el piso en el que se apoyan y el florero que tiene apoyado.

¿Merece tener un nombre la relación que existe entre un libro, la biblioteca, la pared y los adornos de la estantería? ¿Necesitamos bautizar a la escoba-junto-a-la-pared-del-lavadero? ¿O el vapor de una olla hirviendo, la olla, los vidrios empañados y el olor a  humedad caliente que destila? ¿Le daríamos una sola palabra a la conjunción de un dolor de cabeza, una nube, la salida de un ómnibus, mortadela y jardín de infantes? Se trata de relaciones tan fortuitas que probablemente nunca se nos ocurriría pensarlas como si fuesen un único todo.
Todas aquellas situaciones para las cuales no se nos ocurriría poner un nombre, por irrelevante o por inútil, son dijunómicas. Sin embargo, lo que es importante para una cultura puede no serlo para otra: para un occidental, un barco es barco independientemente del lugar donde navegue. Para ciertos idiomas de oriente, el concepto de barco incluye el mar.  Para otros, sólo es barco la parte inferior (la que toma contacto con el agua), mientras que el resto lleva otro nombre.

Los nombres «perongo» y «toglemon» son evidentes diyunomios.
¿Todo término inventado se convierte en diyunomio? ¿Diría usted que todas las palabras de este blog lo son?

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Megaloteratodinolojecatogramaprófera

Posted by jorgemux en octubre 15, 2010

(Adjetivo y sustantivo. Del griego megálos = enorme; terátos = monstruo; deinós = terrible; lógos = palabra; hecatón = cien; gramma = letra; a = no y proféro = pronunciar. Aproximadamente: «Enorme, terrible y monstruosa palabra de cien letras que no puede pronunciarse«) 

1. Palabra que es más larga que su definición.

2. Palabra sumamente rebuscada que se refiere a un hecho u objeto que resulta más fácil de reconocer por una descripción que por su nombre. 

«Ciclopentanoperhidrofenantremo» es un término de la biología para referirse al ciclo del agua. «Esternoncleidomastoideo» es el nombre de un músculo del cuello. «Pentaquismiroexaquisquiliotetraacosioexapentagonal» es, aunque parezca un invento, el nombre de una figura geométrica de ochenta y cuatro lados. Estas tres palabras son ejemplos de megaloteratodinolojecatogramaproferas: casi nadie (excepto los especialistas) conoce lo que significa, pero es fácil entender a qué se están refiriendo cuando se indica mediante una descripción: «Es tal y tal cosa de tal lugar». 

No es casual que la propia palabra caiga dentro de su propia definición: la palabra «Megaloteratodinolojecatogramaprófera» es megaloteratodinolojecatogramaprófera en sus dos acepciones. Es posible que estas palabras interminables desalienten a quienes desean aprenderlas y pronunciarlas, y terminen provocando Hipopotomonstrosesquipedaliofobia, que es precisamente el miedo a las palabras largas.

La palabra «homofotocolobolobofobócrono«, ¿es megaloteratodinolojecatogramaprófera en alguna de sus dos acepciones?

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Lipolexia

Posted by jorgemux en octubre 13, 2010

(Sustantivo. Del griego leípo = ceder, abandonar y lógos = razonamiento, discurso)

Momento de un discurso en el que se pierde el hilo racional.

A veces, promotores de medicinas new age, anunciadores de la segunda venida de Cristo, piscóticos que creen ser perseguidos por demonios, profetas de apocalipsis anunciados en símbolos inextricables al pie de una pirámide o exégetas de las maléficas intenciones de políticos, pensadores y científicos, revisten su discurso con un halo de racionalidad para presentar sus dudosas hipótesis como si fueran verosímiles y aceptables. Pero en algún momento dan poco sutiles saltos al vacío, sacando conclusiones de la nada y cambiando el tono neutro por uno agresivo y enloquecido. En ese punto en el que la racionalidad se permuta por inextricables maldiciones, admoniciones o presagios, se ha desatado la lipolexia.
En los programas de televisión, ciertos invitados (supuestamente expertos en algo, probablemente de tinte ligeramente humanístico) aprovechan los minutos de aire y la buena predisposición de un conductor, para presentar su ciencia, sus estudios, las teorías que han frecuentado y los diplomas que han obtenido. Si los dejan seguir hablando, puede que comenten con poco detalle qué están haciendo actualmente, cómo llevan a cabo sus experimentos, con qué renombradas revistas internacionales trabajan, qué libros han publicado, cuántas becas han obtenido. Si les dan más minutos de aire, puede que alguno se atreva a confesar que la ciencia no sirve para nada y que lo mejor es el estudio del poder de las piedras y el agua, y tal vez pida un vaso de agua para mostrar que se pueden captar «malas ondas» con sólo sumergir una piedra en ella. Otro podrá confesar que sólo cree en el poder sanador de los espíritus; el de más allá se declara devoto de María y el siguiente no dejará pasar la oportunidad para asegurar que los niños índigo vendrán a salvar el mundo, o que hay un demonio violador que acecha detrás de los roperos, o que el cáncer no es una enfermedad sino un extraterrestre, o que las personas están siendo controladas a distancia por habitantes de Neptuno, o que el queso tiene sentimientos, o que las cañerías son sistemáticamente envenenadas por políticos corruptos que quitan el veneno un segundo antes de que abramos las canillas. Nadie sabe cómo se ha llegado a ese punto de la charla, pero en algún momento el discurso abrió el juego a opiniones absolutamente delirantes, inoportunas, insólitas y penitéticas. Ese momento es el de la lipolexia

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Ergonófago

Posted by jorgemux en octubre 12, 2010

(Adjetivo. Del griego ergon = trabajo y fágos = comer. Sustantivo: ergonofagia)

Objeto o sistema que posee un problema mínimo, puntual y acotado que sin embargo se resiste a ser resuelto.

Un objeto no se convierte en ergonófago por pereza o negligencia: a veces algo no se arregla aun cuando se ejecutan con cuidado e insistencia todos los pasos necesarios para que eso se arregle. El término hace referencia a la sistemática terquedad de un mismo objeto o sistema problemático. Si el objeto se resiste sólo una o dos veces, o si varios objetos del mismo tipo se vuelven refractarios a las soluciones aportadas, ya no se aplica.

Tomemos algunos ejemplos de ergonofagia:

El reloj no funciona. Le cambiamos la pila, y sigue sin funcionar. Le cambiamos el  motor, y aun no funciona. Cambiamos las agujas, una vez más el motor, otra vez las pilas, y tampoco. Aun cuando en rigor ya es otro reloj (pues hemos sustituido todos sus componentes funcionales), la solución no se hace presente. 

Algo similar ocurre con ciertas goteras. No importa cuánto trabajo se realice ni qué tan garantido sea el método: la gotera nunca se soluciona. O, si lo hace, es de manera parcial y tentativa: basta una lluvia torrentosa para que la gotera vuelva a aparecer, o elija otro lugar del techo donde manifestarse.

La ergonofagia es muy común en artefactos hogareños que requieren reparaciones de plomeros o gasistas: calefones, estufas, cañerías y grifos que, sistemáticamente, tienen problemas para cuya solución los expertos han dado garantías y explicaciones exhaustivas. Es muy común que, cuando reprochamos a los plomeros o gasistas por el trabajo mal hecho, ellos se muestren asombrados por el persistente desperfecto y digan: «nunca me pasó eso con un calefón», o «jamás vi que un caño siguiera perdiendo aun después de haberlo cambiado», o incluso: «usted debe haber metido mano para que pase esto».

Este curioso fenómeno pone de manifiesto las insólitas limitaciones del conocimiento y la acción humanas: lo que funciona en todos los casos puede no funcionar en este caso concreto, aun cuando no hubiera una razón adicional para ello. Puede ser que los tratamientos antipulgas funcionen con todos los perros del mundo, exceptuando sistemáticamente a nuestro perro.
Ante la ergonofagia se pueden sospechar dos cosas: o bien está interfiriendo algún factor que ni nosotros ni los expertos han tenido en cuenta, o bien el objeto recalcitrante ha sido víctima de un maleficio.

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