(Sustantivo. De la expresión “dale que”)
Hábito de inventar situaciones y roles mediante el uso de la expresión “dale que”
Los niños en sus juegos utilizan el dalequeísmo como una llave para recrear mundos posibles e incluso imposibles. “¿Dale que teníamos un hermanito, y que el hermanito era de aire¨?”, propone una niña. “Sí, ¿y dale que nosotros éramos los ponies de Ponyville?”. “Sí, ¿Y dale que mi habitación es Ponyville?”. El dale-que es una herramienta creadora; instaura aquello que propone como si fuera un imperativo. No dice “Es posible que estemos en Ponyville”. No dice “Hay un mundo posible y en ese mundo posible somos ponies”: el verdadero dalequeísmo convierte a esta realidad presente en otra mediante una función (fusión) lingüística.
Algo importante en el dalequeísmo es el diálogo y el consenso. El dalequeísmo no puede darse en soledad: debe haber alguien a quien preguntarle. A cada pregunta de dale-que, debe suceder una respuesta afirmativa o correctiva: “Dale, pero estamos en Ponyville de noche, y hay un arco iris”. Pero sin la respuesta, el dalequeísmo se queda trunco, sin materialización completa. La intersubjetividad parece una condición necesaria para que el lenguaje traiga otros mundos a esta casa.